Roberto Clemente es el mejor pelotero en la historia de América Latina, no hay duda de eso, y en Pluma Volátil le rendimos este homenaje.
El palco de Rafa. Por: José Rafael Cadenas. Periodista
Roberto Clemente, nació en Carolin,a Puerto Rico, el 18 de agosto de 1938 en el seno de una familia trabajadora. Su padre, Melchor Clemente fue trabajador en una plantación de azúcar y su madre, Luisa Walker, administraba una tienda de productos alimenticios. Roberto fue el menor de cuatro hermanos y desde pequeño destacó en el atletismo, pero el béisbol fue lo que acaparó su atención. Luego de cumplir su etapa en la secundaria, fue firmado por Brooklyn Dodgers por un bono de 10.000 dólares en 1954.
Pittsburgh fue su casa. La forma como llegó a los Piratas es hoy polémica. Como había firmado por un bono superior a 4.000 dólares, el prospecto puertoriqueño debía estar en el roster del equipo grande, al no tener cupo en Brooklyn, la novena de Pittsburgh Pitrates lo tomó y le pagó a los Dodgers 4.000 dólares por los derechos, una jugada que cambiaría el destino de los bucaneros en la década de los 60 y principio de los 70. Este episodio también es recordado como uno de los peores errores en la historia del equipo azul, al dejar ir a un futuro Salón de la Fama.
Duro comienzo por el racismo. Una vez que el jardinero llegó a los Estados Unidos, le tocó vivir la realidad de la segregación. En los viajes le tocó comer en sitios para hombres de color, baños apartes, inclusive en hoteles aparte de sus compañeros. Al principio nunca tuvo el favoritismo de la prensa quienes por mucho tiempo lo ignoraban, inclusive se burlaban de el por su mal inglés y eso en vez de bajar su moral, resultó el efecto contrario al destacar desde el comienzo de su carrera como un pelotero que jugaba con integridad y entrega total en el terreno. Ya en su segundo año su promedio ofensivo fue de .311 puntos en 147 juegos con 60 remolcadas y 66 anotadas y así demostró su calidad y que nadie lo detenía, de hecho muchas veces declaró, “Mi gran satisfacción proviene de la nada, la nada ayudar a borrar opiniones gastadas acerca de los latinoamericanos y los afroamericanos”.
Una máquina ofensiva y defensiva. Desde ese momento el jardinero derecho fue ganándose a pulso el liderazgo de su equipo, si bien estaba demostrado que era un gran bateador, Clemente demostró a lo largo de sus 18 años en las mayores ser el mejor jardinero derecho en la historia. Con 12 guantes de oro, el boricua tenía un alcance poco visto y un brazo que le hizo ganar muchas asistencias y los corredores comenzaron a respetarle al punto que evitaban desafiarlo a la hora de correr las bases. Ofensivamente durante su carrera tuvo cuatro zafras con más de 200 imparables, de por vida dejó un promedio de .317 puntos y en 1972 se unió al club de los 3.000 imparables en un año en que los filibusteros pasaron a la postemporada.
Humildad
Desde que comenzó en las mayores, siempre tuvo clara su condición de ser humano, sobre todo porque nunca olvidó su origen humilde y trabajador. Más de una vez declaró que a sus hijos les enseñaba el valor de las cosas que debían tener una vida con lo que necesitaban y ayudar a los demás. Mucho se recuerda que Clemente visitaba los hospitales, las escuelas en días libres. Cabe resaltar que en Pittsburgh becaba a los niños de escasos recursos. Pero algo que mantuvo presente fue a su natal Puerto Rico, siempre se preocupó por los niños puertorriqueños, siempre en compañía de su esposa Vera, visitaba los hospitales, escuelas en toda la isla del encanto. Vale citar que jugaba con los Cangrejeros de Santurce en la liga local y en su tiempo libre hacía clínicas para los muchachos en San Juan, su nativa Carolina y en toda la isla. Siempre expresó: “Cuando tienes la oportunidad de mejorar cualquier situación, y no lo haces, estás malgastando tu tiempo en la Tierra”.
Los peloteros lo recuerdan por sus palabras y anécdotas. Siempre tuvo que decir algo a sus colegas, sobre todos los latinos, hace unos días conversé con César Cedeño y me comentó que en el juego de estrellas del 1972, él lo llamó para conversar. “Me dijo, epa novato, ven acá, cómo te sientes y recuerdo que me aconsejó como jugar en los jardines, que debía estudiar los bateadores y hacer lo que sabía hacer” y por ello, el jardinero dominicano me comentó que siempre le estará agradecido.
Pero no todo fue con los peloteros, con cualquier ser humano. Clemente era un ser singular, Recuerdo cuando Rubén Mijares, periodista venezolanos que falleció en enero del 2018 me contó, “En la Serie del Caribe de 1970 en Caracas, Clemente llegó al Aeropuerto de Maiquetía en compañía de su esposa y el chofer del taxi que lo recogió le indicaba todas las preguntas, el boricua le pidió que por favor lo atendiera toda la semana a él y su señora, cuando Clemente se despidió, le dijo al chofer que lo esperaba en Puerto Rico para la Serie del Caribe del próximo año. Un año más tarde, el taxista llegó al aeropuerto “Luis Muñoz Marín» en San Juan y cuando salió de la aduana, Roberto lo pasó buscando en su Cadillac y durante la semana el astro boricua fue quien lo condujo por la capital y lo atendió durante su estancia… ese era Roberto Clemente.
Leyenda
El 23 de diciembre de 1972, la ciudad de Managua, capital de Nicaragua fue devastada por un terremoto, la tragedia llegó a Clemente y decidió organizar un cargamento de ayuda humanitaria para la gente necesitada, sin embargo lo que fue diferente en ese momento, es que decidió él mismo llevarlo porque de acuerdo a los informes que recibió, los militares del país centroamericano, se quedaban con parte del cargamento y no llegaba a la gente que lo necesitaba. De acuerdo con la versión de su viuda, la señora Vera, “Algo me decía que no se montara en ese avión, le dije que no fuera, pero él insistió y cuando lo despedí al pie del avión, tuve la sensación que no lo vería más”, dijo en una entrevista.
Unos minutos más tarde la aeronave, Un DC-7 despegó del Aeropuerto de San Juan y luego se precipitó al mar frente a las costas de la isla, de inmediato se inició una búsqueda pero su cuerpo nunca fue encontrado y luego la noticia embargó la afición del béisbol. A los pocos días sus compañeros de equipo viajaron a Carolina para despedir al jardinero derecho de los filibusteros de la ciudad del acero.
Su ingreso a Cooperstown. No se hizo esperar su ingreso al Salón de la Fama, pues el 8 de agosto de 1973, con un 92,63 % de los votos, fue admitido al Salón de la Fama del deporte que amaba. Sin duda un momento especial porque el ingreso de Roberto Clemente fue una decisión tomada por el entonces comisionado Bowie Kuhn. Vale recordar que regla establece que el pelotero es elegible después de cumplir los cinco años de retiro. sin embargo por segunda vez en la historia se hizo esa excepción, pues la primera vez fue con Lou Gherig, célebre pelotero de New York Yankees que fue conocido como el “Caballo de Hierro” al jugar 2.130 juegos de forma consecutiva. Es por ello que el astro boricua es junto a Gherig los dos únicos peloteros ingresados al templo de los imortales antes de cumplir el plazo establecido por el reglamento.
Sin lugar a dudas su legado permanece, de allí que este semana se celebró en todos los estadios de las Grandes Ligas el día de Roberto Clemente, el mejor pelotero de América Latina.
Texto: José Rafael Cadenas. Periodista deportivo.
Foto: Tigres del Licey