Vinotinto, gracias por unirnos a todos

Vinotinto, gracias por unirnos a todos

Una felicidad que nos compenetra


Por: Antonio Romero. Le gusta las canAntonio 2ciones de Lasso. Vende seguros


Es increíble como un balón puede unir a una nación, un país hundido entre roturas políticas y sociales vivió una semana de celebración por culpa de 11 hombres vestidos de vinotinto en una cancha.

Una copa que cumple cien años es la causa de esta alegría, los protagonistas; una selección que estaba destinada según los expertos en la materia a escuchar un gracias por participar luego de los tres primero partidos y un balón que escribe la historia de esta selección sin esperanzas.

Jamaica la bien llamada tierra del reggae fue el primer rival, con un físico imponente venían a comenzar la tragicomedia de Venezuela en la copa, pero no fue así, esta vez el balón se vistió de vinotinto, la portería parecía moverse para que la pelota chocara dos veces contra los postes, y Josef aquel jugador de barrio que lucha entre tantas adversidades le regaló la primera alegría al país, el primer grito ahogado de gol en esta copa. Aunque esta victoria no fue tan sorpresiva para algunos, pues era el rival más débil del grupo se podía sentir una buena vibra

Uruguay los de la garras charrúa, los de un par de estrellas mundiales bordadas en su camiseta y tantas copas américas que no se pueden contar con los dedos fueron el segundo examen de la selección, aquí debió comenzar la decepción, aquí  contra los del Río de la Plata se debió comenzar a escuchar el popular “jugamos como nunca, perdimos como siempre”. Pero de nuevo esa cosa redonda que pone eufórica a la grada decidió que debía escribir otra historia; una que el país necesitaba ver, leer y escuchar.

Era un partido trabado en la media cancha sin muchas oportunidades de abrir el marcador y de pronto a un lobo se le ocurrió la brillante idea de tratar de sorprender, un roce del arquero desvía el balón al travesaño y hace que todo el país contenga la respiración, el balón por capricho rebota cerca de la línea de gol y se aleja de la portería, de la nada un cazador del área aparece y empuja el balón al fondo de la red y estalla el grito de gol de una nación unida, un grito que desde aquí hizo vibrar las gradas del estadio.

La vinotinto se hacía gigante ante la celeste quienes no conseguía la forma de igualar el marcador; ya cerca del final por el sector de la izquierda surgió la galopada del joven maravilla de 19 años, inalcanzable parecía ser empujado por 30 millones de personas pero la mano salvadora del guardameta uruguayo impidió escribir otro gol en este capítulo, que no podía terminar sin suspenso, cuando un jugador charrúa acostumbrado a gritar gol en cualquier cancha del mundo se paró sin marca frente a la portería vinotinto y como si una deidad le hubiese movido el arco echa el balón afuera. Luego en un contragolpe la toma el diez vinotinto en la media cancha, la portería estaba sola y con su pierna menos hábil dispara, la número cinco parecía ir en cámara lenta, la carrera desesperada del defensa celeste hacia que los venezolanos nos acercáramos al televisor a soplar la pantalla, pero soplamos muy fuerte, el balón se fue besando el poste izquierdo. El pitazo le puso fin al segundo capítulo de esta historia, que no terminara con el gracias luego del tercer partido, pues estamos en cuartos de final.

Sin embargo yo si te doy las gracias vinotinto, gracias por unir a un país a través de ustedes, gracias por a pesar de los tontos que le restan importancia a su victoria ustedes sigan dejando el país en alto, gracias Salo porque no te importo un carajo que te llamaran apátrida y viniste a marcar con tu país ese gol que nos valió la clasificación y jugar hoy contra México bien tranquilos buscando el primer lugar. Espero que esta emoción y estos logros deportivos que llenan de alegría a todos los venezolanos nos unan para algo más que gritar gol, pues es hora de que dejemos de odiarnos por pensar distinto y nos unamos a pesar de nuestras diferencias para sacar a este hermoso país adelante.


Texto: Antonio Romero


 

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