Sí, sí, yo lo vi
Por: Antonio T. Romero. Periodista.
Le va al Caracas.
Se baña todos los días
Admito que la navidad y yo no tenemos la mejor relación del mundo, ella intenta de vez en cuando que yo la quiera, yo solo la detesto con todas mis fuerzas. No, no soy un grinch de esos que son haters y tienden a odiar todo no por convicciones propias, solo porque esta vez la moda se los demanda… Pero este escrito no es un para dar razones de por qué la navidad y yo estamos separados desde más o menos 15 años; es para certificar que Santa Claus existe, lo sé, lo vi.
Santa es más que un regordete, disfrazado de rojo come galletas; santa es esa espera inquietante del 24, no dormir esperando escuchar algo fuera para verlo, y destapar los regalos que deja debajo del árbol. Santa es esa sonrisa desesperante que teníamos y que ahora tienen los niños cuando se les hace imposible destapar los regalos. Santa es magia; esa cosa inexplicable de que aunque no tengas chimenea el entra y te deja regalos, con el solo precio de unas galletas. Santa es: aquel barbudo que sin haberlo visto te hace portarte bien los días cerca de navidad, Santa es niño.
Santa Claus es buscar el escondite perfecto para camuflar la felicidad, santa es disfrazarse y cambiar la voz, santa es cocinar galletas y desayunar con sabor a ellas, santa es disfrutar del grito de emoción de un niño por ver que le dejo sus regalos, santa es imaginación, hacer salir a tu hijo de la casa para que lo vea pasar y al entrar debajo del árbol están sus regalos, santa es esa sonrisa perfecta llena de ilusión y futuro. Santa es adulto.
Si no han visto a santa; prueben ver a su hijo/sobrino/hermanito, o cualquier niño abrir los juguetes este diciembre, o el que viene, los invito a no sentirse llenos de alegría al ver eso, los invito a odiar a santa luego de que esa felicidad los consuma, los invito a decir que santa no existe luego de tomar cualquier juguete en tus manos y divertirte junto a la sonrisa más grande, hermosa y llena de magia de este planeta.
Si, muchos niños no reciben su visita, en vez de criticar a este gordito bonachón por esto, hagamos algo, algo más que criticar, hagamos que por los próximos años, uno de esos niños reciba su visita de manera inesperada, llenemos de ilusión y magia su cabeza por un momento. No olvidemos lo que sentimos cuando chicos éramos y ayudemos a compartir este sentimiento; y demostrarles a ellos, que a pesar de todo Santa Claus existe.
Texto: Antonio T. Romero. Periodista cabimense
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