Sacando a mi acompañante: la lucha de Giancarlo

Sacando a mi acompañante: la lucha de Giancarlo

Esta es una serie de textos de vida, una lucha que inspira. A partir de hoy conoceremos la historia de Giancarlo Stella, un joven venezolano de 38 años que ha librado una batalla para sacar un compañero de su cuerpo.

Por: Giancarlo Stella. Introducción: Rafael David Sulbarán.

Recuerdo exactamente mi primer día de clases en Las Cúpulas, una escuela primaria perteneciente a la industria petrolera . Mi padre siempre esperaba uno o dos días para llevarnos a clase. Era una nueva experiencia para mi, ya que venía de estudiar cinco años en otra institución. Ese día nos sentaron en grupos y bueno, eran cuatro pupitres , en uno de ellos estaba Giancarlo, un joven catire con abundante pelo. Me di cuenta que le decían «Peluca», ya vi el porqué. Desde allí fuimos compañeros hasta la secundaria. La vida de adultos tomó su rumbo, pero siempre nos conecta. Hoy publico en Pluma Volátil sus escritos sobre la batalla que lleva con su propio cuerpo.

Rafael David Sulbarán. Editor de Pluma Volátil

Así comenzó esta historia, mayo 03 de 2013: un dolor abdominal después de haber estornudado me llevó a emergencias. Ese mismo día, después de varios chequeos, el cirujano de guardia entró a mi cubículo y me dice: «tienes un tumor en el abdomen, por alguna razón lo apretaste y ha creado una hemorragia que está haciendo que los músculos de tu espalda se contraigan».

A mis 32 años jamás me habían agarrado puntos, ni me había partido un hueso, ni algo grave, cero historial genético de cáncer o de tumores y de repente todo en mi vida se vierte en un solo pensamiento: cáncer.

Esa misma noche, el cirujano decidió operar de emergencia y retirar la masa. Entré en recuperación y me llegan con la biopsia física del tumor. Tenemos dos variables según su aspecto físico es un «rabdomiozcarcoma» o un «lipozarcoma». Uno más feo que el otro y ambos terminales. Le susurré a mi urólogo en el oído: «oye Miguel, ¿y esto se come cómo? porque yo no me siento enfermo». Me respondió: «Tranquilo, esperemos la inmunohistoriaquímica del tumor que es más específica y nos dirá qué es lo que es».

En efecto, dos semanas después llegó la carta y conocí a mi acompañante de esta travesía, un «carcinoma embrionario».

Después que me removieron los puntos de la cirugía, comenzaron los ciclos de la quimioterapia (cisplatino, etoposido y bleomicina). Fueron en total cuatro ciclos.

Vinieron duros días de altos y bajos, mientras seguía diciendo: «yo no me siento enfermo». Esa actitud me llevó a superar mi primera batalla contra este nuevo acompañante.

Segunda aparición

Año 2016, no recuerdo la fecha exacta, pero mi acompañante se volvió a manifestar en mi testículo izquierdo, un «seminoma» clásico. Mi urólogo decide removerlo y después de la «orquidectomía». A la semana me dieron dos refuerzos de quimio (cisplatino) para matar cualquier célula del tumor que haya quedado divagando. De allí en adelante tuve tres años libres de cáncer hasta llegar a la ciudad de Madrid.

Hice una vida totalmente sana, comiendo los alimentos correctos y cero abusos, hacía deportes dos veces a la semana (fútbol a un intenso nivel). Me sentía de maravillas y un día me empieza un dolor y un bulto empezó a salirme en el abdómen. De una vez voy a emergencias para que me lo revisen y me den un diagnóstico. Resulta que mi acompañante se comenzó a manifestar de una forma más agresiva. Voy directo al Hospital Ramón y Cajar de Madrid, donde me han atendido como un rey, a verme con mi oncólogo y arrancó de nuevo el proceso de quimio. Esto ocurrió el 19 de diciembre de 2018. Cuatro ciclos de cisplatino con «etoposido», redujeron a mi acompañante hasta los diez centímetros, donde los doctores deciden que ya es hora de operar y removerlo de una vez por todas y así erradicarlo.

Pasaron tres meses y llegó la hora de la cirugía. Todo un éxito. Me quedó una cicatriz como de 400 grapas en el pecho. Removieron a mi acompañante junto con mi riñón izquierdo y parte del músculo «psoas». Los doctores estaban contentos con lo realizado y mi recuperación fue rápida. Ya a las tres semanas estaba de vuelta a mi vida normal.

Resulta que casi dos meses después, mi pierna izquierda empezó a llenarse de líquido linfático y empecé a orinar intermitente, situación que me lleva nuevamente al urólogo. Este al verme, me ingresa de emergencias. Empieza otro proceso, exámenes y exámenes hasta que me dicen: «tu acompañante de volvió a manifestar y no tanto eso, ha duplicado su tamaño anterior.

Quimio de nuevo

Ya ingresado en mi habitación, arrancaron con el primer ciclo de quimio para atacar el tumor (seminoma clásico), esta vez cambiaron las medicinas: taxol, cisplatino e isfosfamida. Junto con el tratamiento, como el dolor en la pierna izquierda era tan fuerte (se me puso del tamaño de un elefante), me empezaron a colocar morfina hasta el punto en que ya no era yo el que estaba en la camilla.

Me ingresaron el 03 de septiembre y el 18 me sacaron de la morfina. Dios mío qué locura: vómitos, la diarrea, las alucinaciones y de repente tengo un encuentro con Dios y me dice que soy un guerrero de luz. Me muestra el significado de «la semilla» que sembró al hombre en esta tierra y de cómo nos hemos desviado de ella. Todo esto en una película. También me dice que mi ángel en la tierra es mi mamá y mi pilar: mi esposa. Que no deje nunca de tenerlas cerca y que cuente mi historia a todos los que pueda como testimonio de su grandeza.

Yo nunca he sido muy creyente y esta experiencia tocó mi corazón de tal manera, que a pesar de lo débil y golpeado que esté, siento una paz y una energía interna que me abruma todos los días. Sencillamente tocó mi corazón, hoy mi fe es inquebrantable, estoy aprendiendo de la palabra del señor y cada día que pasa siento, siento más su presencia.

Después de todo lo que ocurrió en un solo día, entré en conciencia y fue como si comenzara todo de nuevo. No recordaba mi nombre, la fecha de cumpleaños de mis hijos, el lugar donde estaba y demás.

Al día siguiente, ya muchas cosas habían vuelto a mi cabeza. Tocaba comer, todo lo que entraba, igual salía. Incontrolable. Pasé cuatro días sin comer y bajé casi 17 kilos de peso. Arrancó el segundo ciclo de quimio. Ya empecé a sentir los efectos más y más fuertes. La falta de apetito, las náuseas, los mareos y demás.

Pasaron los días y me mencionaron darme de alta. Ya con la fecha en mano me desmayé tres veces y me volvió a dar fiebre, así que el alta tuvo que esperar.

Todo esto lo escribo y lo comparto con ustedes para que analicemos lo que hacemos y cómo lo hacemos. Todos tenemos la capacidad de sanar, con mucha fe y mucha actitud podemos lograr cosas sorprendentes...CONTINUARÁ.

Texto tomado de la cuenta Instagram de Giancarlo Stella, @giancarlostellap

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.