Rockear afuera: desordenados en Bogotá

Rockear afuera: desordenados en Bogotá

Siguiendo los pasos de bandas venezolanas


Nos fuimos a rockear, o mejor dicho a bailar ska el pasado sábado en «La liga skaordinaria» para hurgar en el toque de Desorden Público y poder conocer la impresión de fanáticos que deben ver a su banda favorita bien lejos de casa por la crisis

Por: Rafael David Sulbarán. Periodista. Le gusta el ska. Tenía tiempo que no brincaba

Desorden Público es una de mis bandas favoritas y bueno no podía perder la oportunidad de verlos en vivo una vez más. La última vez que tuve el chance de ir a uno de sus conciertos sencillamente el destino me lo impidió, el destino o lo que haya sido porque pasaron una serie de cosas que definitivamente hicieron que desistiera de la idea.

Primero mi carro falló. Había cuadrado con unos amigos para comprar unas cervezas y largarnos hasta Maracaibo, donde fue el evento. Justamente antes de salir mi Volkswagen no quiso andar ni para atrás ni para adelante. Así de sencillo fue todo, de pronto quedó sin moverse. Pusimos a andar el plan B el cual consistía en irnos en la camioneta del papá de Rofisael Rivero, uno de mis buenos amigos. Ibamos con Johán Pérez, parte de mi pandilla también. Fuimos a buscar a dos chicas, Alexandra y Daniela, quienes se apretaron toditas atrás. Llegamos a comprar las cervezas y justamente cuando salíamos se prendió la luz de la batería. ¿Qué pasó? Se reventó la correa del alternador. Adiós concierto…las chicas nos abandonaron, se fueron en taxi y nosotros nos quedamos comiendo perrocalientes y tomándonos las cervezas preguntándonos qué clase de conjuro nos echaron para que no fuésemos a ese toque, que de paso era gratis.

Total que desde hace rato tenía ganas de ver a la banda de Horacio Blanco y bueno, ahora viviendo en Bogotá se me presentó de nuevo el chance. Pero esta vez no ocurrieron cosas extraordinarias para que no fuera, al contrario, todo se dio como Dios manda. 

En los días previos del concierto, se me ocurrió la idea de crear estas crónicas y tratar de exponer un panorama nuevo al cual se exponen bandas y fanáticos, tener que rockear afuera. La crisis económica de Venezuela ha obligado a muchas agrupaciones a suspender sus toques en el territorio nacional y bueno, a mirar mucho más allá de las fronteras para poder tocar y generar ingresos. Claro, una que otra presentación local, pero los grandes o los que tienen la oportunidad de salir lo hacen. Incluso algunas se establecen en otros países. Por ejemplo «Tuyero ilustrado» ese dueto de música tradicional con pop está radicado desde hace dos años en Colombia.

Otra cosa es que los fanáticos se han quedado sin sus bandas. Algunos viajan para acompañarlos, pero claramente son la minoría. Y bueno, los que aprovechan son los venezolanos que han emigrado y que tienen entonces la oportunidad de ver a sus ídolos bien lejos de su casa. Entonces esta serie de crónicas que arrancamos hoy las haremos con bandas nacionales que firman su paso por Bogotá y Desorden Público es una de ellas.

¿Viven en las nubes?

La cosa comenzó mal. Yo me disponía a consultar a los asistentes venezolanos que me contaran su opinión sobre el tener que viajar hasta otra ciudad para ver a su banda preferida, o simplemente tener que disfrutarla bien lejos de la casa y la primera pareja a la que consulté me pateó. Ocurrió lo siguiente:

  • Yo: Hola, cómo están son venezolanos, ¿cierto?
  • Ellos: Sí, somos de Venezuela (cara de culo incluida)
  • Yo: Mucho gusto, me llamo Rafael David Sulbarán, soy editor de la página web llamada Pluma Volátil y estoy armando una serie de crónicas para dar a conocer una nueva realidad de esas bandas venezolanas que tienen que tocar afuera para sostenerse y esos fanáticos que entonces aprovechan para ir a sus conciertos bien lejos de su casa. Es para ver si me pueden dar una pequeña opinión al respecto.
  • Durante mi pregunta la chica agarró su celular y perdió total interés en lo que le estaba diciendo. El chamo sí me miraba atento. 
  • La chica respondió: Mira, no es por ser odiosa, pero en este momento no estamos interesados en darte una opinión, así que disculpa.
  • El chico asintió con la cabeza.
  • Yo: Ah ok muy muy muchísimas gracias por colaborarme.

Así de amables fueron esos primeros venezolanos a los que abordé. Burda de odiosos como dirían en Caracas. Y de verdad no entiendo su actitud. Tal vez sea porque están aburridos de hablar de lo mal que está el país, tal vez viven en las nubes y no les interesa hablar nada, tal vez les importa un pepino opinar para una web que ni conocen, tal vez son chavistas y se ofendieron, tal vez tuvieron un mal día y la pagaron conmigo o sencillamente son unos estúpidos engreídos. No quiero pensar que si este blog fuese algo más conocido para ellos, tal vez me hubiesen dado la entrevista.

Coloco esto porque me da rabia esa actitud de algunos venezolanos de apartar, de eliminar, de discriminar de ser odiosos con eso que es nuestro. Tal vez por eso llegamos a donde estamos.

Danzan los esqueletos

La banda «El Punto ska», oriunda de la ciudad de Bogotá abrió el concierto. Un ritmo bien pegajoso, combinaciones de ska tradicional con el rock, punk empezaron a animar la cosa haciendo mover a la gente. Con una puesta audiovisual interesante esta banda hizo de las suyas. 

Por allí moviendo la cadera me conseguí con una maracucha, se llama Cora Villareal y sí fue muy tratable. Ella conversaba con su amiga colombiana y yo llegué interrumpiendo su charla para indagar sobre mi pequeña investigación. «Yo siempre que puedo voy a los conciertos de bandas venezolanas. Soy una fanática del rock desde muy joven y ahora en Bogotá no les pierdo el paso», comentó la joven de 29 años que llegó a Colombia cuando tenía 28. «Acá estoy esperando a lo mejor de la noche: Desorden Público, muero por verlos y traje a mi compañera para que los conociera», añadió muy amable. Con respecto a mi inquietud sobre la situación de las bandas comentó: «Es realmente lamentable que tengamos que salir del país, prácticamente fuimos expulsados, pero bueno, acá tratamos de dejar el nombre de nuestro país bien puesto. Algunas bandas se benefician de esto, claro tienen la posibilidad de cobrar en moneda extranjera y están bien dentro de lo que cabe. El principal afectado es el público, sobre todo el que se quedó en Venezuela que por supuesto no tiene el dinero para viajar o para pagar una entrada allá, o comen o disfrutan«, finalizó Cora.

Esto es ska, sino te gusta te vas…

Justo después de terminar de hablar con ella las luces se apagaron y apareció la fuerza de Desorden Público. Horacio Blanco salió al escenario junto a Caplís, Oscarello, Daniel y toda esa bandota que celebra sus 33 años. Una de las mejores cosas que ha parido Venezuela. «Canto popular de la vida y muerte», fue una de las primeras, lo que me hizo brincar, bailar ska, recordar aquellos conciertos de Belmont en el Hotel del Lago o aquel del teatro Roxy en el aniversario de La Mega en 2002. Wow qué recuerdos, menos mal que estoy más o menos de la misma talla de aquellos días y pude disfrutar de las canciones como Dios manda.

«Combate» por allí sonó junto a un homenaje de ese primer disco de 1985 con «Cachos de vaca», «Zapatos resbalosos» y la impelabe «Esto es ska». Un video en el fondo alimentaba la puesta. Por allí me uní al grupo del productor venezolano Jesús Somaza que estaba con su esposa y unos amigos. La mitad del teatro Royal eran venezolanos. Me di cuenta porque cuando Horacio nombraba al país la gente hacía mucho ruido. El líder vocalista de la banda tuvo unas bonitas palabras. «Para nadie es un secreto que la situación en el vecino país, Venezuela está muy grave. Quiero agradecer al pueblo colombiano por recibir a mis hermanos venezolanos en su tierra. Un aplauso grande. Somos un pueblo hermano, hoy por ti y mañana por mi», expresó Horacio encima del escenario antes de cantar «Los que se quedan, los que se van«, canción que hace alusión a la actual diáspora venezolana.

Entre el público vi a un pana con una franela de Desorden que no paraba de tomarse fotos. Muchos grabaron el momento y se lo pasaban a sus familiares o amigos en Venezuela. Transmisiones en vivo por Instagram, Facebook. Abrazos de con llanto, con nostálgia pude ver. También mucha alegría, mucho brinco, felicidad con la «Música de fiesta» de los desordenados, «aquí no vinimos a llorar, esto es alegría», gritaba Horacio. Una mezcla de sentimientos, con ganas de estar bien cerquita de tu mamá, con ganas de estar brincando en El Poliedro, con ganas de tomarte una Polar y salir a comer empanadas o arepas venezolanas luego del show. Eso se vivió. Así se ven los rockeros venezolanos afuera.

El concierto no pasó de dos horas. Me quedé con muchas ganas de más, claro como buen fanático esperaba más clásicos. Pero comprendí que Desorden no era la principal atracción. Igualmente vi a muchos colombianos danzar como los esqueletos. Buena por esa.

Inspector y Elefante

Los gorditos de Inspector, banda mexicana de ska con múltiples éxitos se tomaron el escenario. Me llamó la atención que todo el staff de metales de colocó adelante, del lado izquierdo del escenario y eran muy activos en los coros igual que el resto del grupo. Inspector sonó hace algunos años cuando MTV latino todavía pasaba videos. Sí, ¿recuerdan? Ese canal alguna vez llegó a presentar música. Uno de sus éxitos recordados es con los cantantes de Cafe Tacuba y La maldita vecindad. Ese tema llamado «Amnesia» sonó allí en el teatro coreado por las mil personas que estaban presentes. La banda es bien famosa en Colombia, tiene buenos y fieles seguidores. me da risa una versión del vallenato «Osito dormilón» del Binomio de Oro que tienen. Por supuesto la gente coreó hasta más no poder. Algunos lloraron.

Luego de moverla bien Inspector se bajó y le dio paso a Elefante, los anfitriones de «La Liga Skaordinaria». Esta banda con más de 20 años en actividad estrena su nuevo álbum llamado «Capitán Latinoamérica», de allí el origen del evento. Confieso que no conocía a la agrupación. Como muchas bandas colombianas están escondidos acá y no trascienden mucho internacionalmente. Pero en verdad tienen una gran trayectoria y fans alocados. El ska tradicional fusionado con el rock entre otros ritmos deja un sonido bien limpio, agradable, jocoso y sabroso. Esperaba más de su cantante, quizá estoy acostumbrado a otras voces en el ska, pero la cosa sonó bien.

En fin, la excusa para pasar un sábado diferente rindió frutos y empecé a lograr mi objetivo con esta serie de crónicas para mostrar cómo rockea un venezolano afuera. La próxima parada: La vida boheme en Bogotá. 

Texto y fotos; Rafael David Sulbarán.
Agradecemos a Kalaca y a Elefante por la invitación.

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