La calamidad de nuestra salud pública
En Venezuela se mueren seis de cada diez pacientes con cáncer, es decir, más de la mitad lo que está por encima del promedio del continente que es 3,5 por cada diez pacientes. Fallas en las políticas públicas de la salud, escasez de los medicamentos, equipos dañados y falta de vocación de servicio hacen de Venezuela el país con la mayor tasa de mortalidad por cáncer y enfermedades graves en América Latina
Por: Maigelith Serrada.
Venezolana. Crítica
Le gusta el patacón.
Aquella era una hermosa mujer de esas venezolanas guerreras que no se rinden antes las adversidades. Se llamaba Leida. Esposa de un carpintero, madre de dos jovencitas más que eran su luz. Vivíamos en un hogar humilde, rodeados de las cosas básicas, sin lujos, solo lo necesario para vivir. Teníamos problemas económicos pero lográbamos subsistir a pesar de ellos, con algunas privaciones. Ni pensar en un seguro médico pues a la larga no habría como pagarlo. Gracias a Dios todos gozábamos de buena salud. Hasta ese día.
Un día mi madre notó que estaba perdiendo peso sin proponérselo. Sus ropas empezaron a lucir flojas a pesar de su hermosa silueta. Pasaron los días y la pérdida de peso fue más notoria aún, tanto, que ya la gente le preguntaba si estaba enferma. El caso es que ella nunca enfermaba, ni gripe le daba. Atribuyó su pérdida de peso a algún descontrol hormonal pues ya pasaba de 47 años y probablemente pronto llegarían los calorones de la temida menopausia. Siguieron pasando los días y una noche mientras estábamos juntas viendo el homenaje que le hacían a «Er Conde del Guacharo»(1) en Sabado Sensasional(2) ambas notamos un bulto extraño que sobresalía del abdomen de ella.
El siguiente lunes, fue a consulta médica en el consultorio Barrio Adentro más cercano a su casa. La doctora que allí le atendió era joven y muy amable. Luego de revisarla con detenimiento ordenó hacerse algunos exámenes de rutina para descartar alguna patología. Pero le dijo: “No te preocupes que tumores he tratado yo y lo tuyo no es nada”. Ella se aferró a esas palabras, además siempre había sido sana y su fe en Dios le decía que estaría todo bien.
Empezó la preocupación
Con las órdenes de los exámenes en mano empezó el recorrido por hospitales buscando cita para hacerse dichos estudios. En el Hospital Universitario de Maracaibo lo más pronto que podrían hacerle algunos era para dentro de tres meses y para otros había lista de espera de hasta 6 meses. En el Centro de Diagnóstico Integral (CDI) no había los reactivos para algunos de los exámenes. En el IVSS de Sabaneta(3) solo se lo harían si era una emergencia y con orden emitida de algún doctor que laborara allí. Decidimos que era más sencillo hacerlo en una clínica pero al solicitar presupuesto los costos eran altísimos. Sin embargo, mi padre, ajustándose un poco y con ayuda de algunos familiares logró conseguir el dinero y fueron haciéndose los estudios de uno a uno.
Una vez obtenidos los resultados, la doctora pidió nuevos exámenes, y luego otros y otros más sin terminar de dar un diagnóstico definitivo. Ya quedaban muy pocos recursos y los médicos seguían solicitando estudios. A estas alturas la piel de mi madre había cambiado de color, se había tornado amarilla. Ya no tenía las mismas fuerzas de antes y estaba perdiendo el apetito. Mis hermanas y yo nos turnábamos en las labores del hogar y en las idas al médico junto con una tía política (esposa un hermano de mi madre) que se puso a la orden con su carrito para lo que necesitaran. Yo la cuidaba sobre todo de noche y prácticamente me mudé a su cuarto para estar pendiente de ella en ese horario, pues de día trabajaba y no podía faltar tanto al trabajo.
En una consulta le ordenaron realizarse una Endoscopia con punción guiada al hígado para tomar muestras para una biopsia. Poco a poco se perdían las esperanzas de que no fuera una enfermedad grave. Consultamos con cuanto doctor conocíamos o nos recomendaban pero ninguno daba grandes esperanzas y menos aún el diagnostico o tratamiento acertado. Yo, particularmente me sentía muy frustrada e impotente pues sentía que de haber tenido los recursos para pagar clínicas privadas probablemente ya tendríamos un diagnostico y ya estaría siendo tratada cualquiera que fuera su enfermedad, pero no era el caso, y llorar no solucionaba nada.
Hospitales inservibles
Corría el año 2007, era Carnaval y mi madre no podía orinar. La llevamos de emergencia a un hospital y la respuesta recibida fue que los médicos estaban de vacaciones y que eso podía ser tratado en una consulta, que esperamos al miércoles. Seguimos recorriendo hospitales de Maracaibo y la respuesta era similar o de lo contrario estaban a reventar las áreas de emergencia. Llegamos a un CDI, de esos de la Misión Barrio Adentro y nos atendió un médico cubano con muy mala cara, se quejaba de que ellos debían trabajar en esos días mientras que los médicos venezolanos estaban de vacaciones, “No hay vocación de servicio!” expresaba. “Ellos (los médicos venezolanos) tienen un tabulador y cobran de acuerdo a ello por hora trabajada y sacan miles mensualmente; a nosotros los cubanos nos pagan 300Bs, a veces un poco más, pero igual tenemos que trabajar día, noche, feriados y aquí estamos, mientras que ellos se dan por mal servidos y cualquier excusa es buena para no venir a trabajar”, seguía diciendo el doctor a la multitud de personas que esperaban por ser atendidas. Nosotros decidimos tenerle paciencia y esperar a que pudieran atenderla, además, por experiencia propia sé que no es fácil atender público y mantener el buen humor todo el día.
Empezaron a correr los minutos, que luego se convirtieron en horas, y mi madre, que nunca se quejó de dolor, mostraba una cara de incomodidad. Se sentaba, se levantaba, caminaba por el estrecho pasillo del ambulatorio, se volvía a sentar… hasta que al fin aquel doctor malhumorado la pudo atender. Ella le explicó su caso y todo por lo que había pasado hasta ese momento. El doctor la escuchó con atención. Luego de unos minutos le dijo: “Mira que esto aquí no te lo puedo atender yo, que no estamos capacitados para casos como este. Te voy a dar una orden para que te atiendan por el seguro social de Sabaneta(3), con una doctora amiga mía. Te tienen que poner una sonda para que orines pero tienes que comprarla porque eso no lo hay allá”. Con orden en mano empezó el recorrido de casi media ciudad de Maracaibo, ya estaba oscureciendo.
Al llegar al fin al seguro, aquel hospital casi en tinieblas, para la época estaba en remodelación, solo funcionaban algunas áreas como la de emergencias y el laboratorio. La doctora que allí nos recibió era muy amable y cariñosa. Ordenó de inmediato la colocación de la sonda y que fueran tomadas muestras de la orina para cerciorarse de cuál era el problema. Lastimosamente lo único que salió de su vejiga fue sangre. La doctora recomendó ir a un urólogo para que tratara ese problema puntual. Pero había más problemas aparte de ese. Ya no nos quedaba nada de dinero, estábamos muy endeudados y aun no había un diagnostico definitivo.
Medicina Homeopática
Ahora mismo no recuerdo quien me recomendó una doctora que era buenísima, que salvaba a la gente de cáncer con un tratamiento denominado «Homeopatía»(4) . Al principio estábamos escépticos pues nunca habíamos escuchado hablar de tal cosa. Luego de investigar un poco y conocer otros casos de esa doctora, decidimos ir con la esperanza de que nos ayudara.
El consultorio era en una casa de esas coloquiales marabinas. Al entrar te encontrabas de frente con un titulo enmarcado de la ilustre Universidad del Zulia y que decía “Médico Cirujano”. Por allí sentimos un poco de confianza. Había una camilla con unas sabanas color rosa pálido. Un aparato extraño junto a la camilla con muchos botones que parecía más una planta de sonido (de esas que usan los DJs) y del otro lado una caja donde cabía completamente una persona sentada. Algunos cuadros en la pared y una pequeña fuente de agua, de esas que ponen en los spa.
La doctora era una señora muy amable, con una voz que te hacía sentir seguro, en casa. Le explicamos el caso y la doctora le pidió a mami que tomara unos tubos que estaban conectados al curioso aparato, luego entró en la caja misteriosa, para al final ser auscultada detenidamente por la doctora, la cual después de un rato de silencio dio su diagnóstico.
“Calcificación de bolsa de huevos de amibas en el hígado” fue la conclusión que sacó la doctora una vez vistos los exámenes y conocido todo el caso. Nos dijo: “aunque no es el cáncer que sospechaban los médicos según los informes, si te digo que el hígado está bastante comprometido, sólo sirve menos del 25% así que debes pedirle a Dios que te regenere el hígado que es el único órgano del cuerpo que se regenera a sí mismo”. Era difícil entender todas esas palabras, tanto camino recorrido y venir a dar con un diagnóstico tan extraño, nunca ninguno de nosotros había escuchado tal cosa. Pero en fin, la esperanza que ahora ésta médico nos estaba dando no tenia precio.
Le colocó un tratamiento homeopático súper complicado: un montón de gotas bajo la lengua, otras más sobre la lengua. Una dieta que debía ser llevada al pie de la letra y unos horarios estrictos para todo el tratamiento. Vinagre de manzana en las comidas, sopas que parecían un menjunje verde de consistencia que le quitaba el apetito a cualquiera. Más gotas. Aunque mi madre estaba más animada, seguía perdiendo peso. Ahora debían colocarle pañales de adultos porque sangraba constantemente. Era una escena triste ver un rostro tan hermoso y un cuerpo que otrora era tan admirado, convertirse en eso tan escuálido en lo que se estaba convirtiendo. Aunque ella estaba segura de que se curaría y le tenía una fe increíble a la doctora, nosotros estábamos perdiendo las esperanzas.
Como seguía perdiendo sangre decidimos volver donde la doctora a ver porque pasaba esto. La doctora esta vez dijo que no había muchas esperanzas, que esperáramos a que Dios dispusiera de ella, que ese era el proceso que le pasaba al cuerpo una vez que el hígado dejaba de funcionar. Era difícil pues tras muchos meses estábamos todos agotados. La doctora recomendó hacerle transfusiones de albumina humana para que recuperara lo perdido.
Otro recorrido hospital por hospital, clínica por clínica y nada. O no se conseguía o era tan costosa que no podían pagarla. Alguien nos recomendó conseguir un subsidio con Pdvsa(5) que gracias al Presidente Chávez ahora ayudaban al pueblo con tratamientos y exámenes costosos. Debimos hacer una carta solicitando la ayuda y, la cual debía llevar el anexo de al menos tres presupuestos de distintas clínicas para que la gente de ayuda social de Pdvsa estudiara el caso y aprobaran alguno de los presupuestos. Conseguir los montos dirigidos a PDVSA fue otro suplicio porque la mayoría de las clínicas no querían dárnoslo debido a que el gobierno ya les debía mucho dinero y nada que pagaban. Fueron días eternos desde el amanecer hasta casi oscurecer, mi hermana menor y yo caminando por toda la ciudad de clínica en clínica, hasta conseguir al fin los tres presupuestos. Luego entregamos la carta en una oficina que tenia la petrolera destinada para esas ayudas sociales en el Hospital Universitario de Maracaibo. La ayuda nunca llegó.
Mi madre seguía sangrando, debía usar pañales de adulto todo el día. Cada día que pasaba la situación se hacía más difícil, ella estaba cada vez más débil. El simple hecho de levantarse de la cama era una misión casi imposible para ella. A estas alturas yo me convencía cada vez más que aquello de socialismo era la pantalla más grande de este gobierno. Te venden una idea de que el pobre no estaría desatendido y que los hospitales y los CDI eran la solución de los problemas de salud del pueblo. Y allí estábamos nosotros, sin dinero, impotentes por no tener como tratar a mi madre y viviendo la realidad de los hospitales. Y la realidad no es más que falta total de insumos, de reactivos, de implementos adecuados, de higiene, pero sobre todo el descontento de médicos y enfermeras que ha hecho de ellos seres sin vocación de servicio, como decía aquel médico cubano.
Al fin conseguimos que en el Hospital Materno Infantil de Cuatricentenario le colocaran las transfusiones totalmente gratis. Fue un amigo de la infancia, vecino de toda la vida, que trabajaba de enfermero en ese hospital y consiguió que la atendieran allí diciendo que era su hermana. Entre colegas se prestan ayuda en casos familiares así que aquel enfermero usó varios favores que le debían para intentar salvar a su vecina.
El anillo
Desde niña solía decirle a mi madre que me regalara un anillo de oro que ella siempre traía puesto. Era algo sencillito pero muy lindo. Ella siempre me contestaba “cuando me muera será tuyo” y siempre nos reíamos de eso. Aquella mañana antes de ir al hospital materno donde le harían las transfusiones, me entregó el anillo. Ese día comprendí que ya ella se había resignado. Que estaba cansada. Y lloré, lloré por la madre que aun no perdía pero que sabía que era cuestión de tiempo no tenerla. Lloré de indignación y rabia por no poder hacer más.
Fueron 4 días con sus noches, hospitalizada, recibiendo transfusiones. Cuatro noches en las que no durmió pues temía morir en un hospital. Entró al hospital con una hemoglobina que marcaba 4 puntos. Luego de esos días logró llevarla a 9.5, que si bien no es el ideal para un adulto, para ella significaba una gran mejoría en su salud. En aquel hospital no podían hacer mucho mas por ella, así que le dieron el alta. Una vez en casa le comenté que debíamos llevarla al urólogo pues debían corregir el problema de la sangre en la orina. Pero mi madre estaba cansada y dijo “más médicos no, por favor”. Había sido demasiado. Demasiados médicos, demasiados estudios y ningún diagnostico en tantos meses. Tres días después ella perdió las fuerzas y dejó de respirar. No puedo expresar con palabras lo que esa mañana sentí, no pueden mis palabras decir lo que aún siento. Era mi madre, y siento que la perdí por no tener dinero, por ser pobre, porque ningún hospital sirve para nada.
Nadie dio con su enfermedad, nadie propuso el tratamiento correcto. Ningún doctor tuvo la vocación para dedicarle el tiempo a dar un diagnostico. Ningún hospital en el Zulia estaba capacitado para atender tantos casos sin que prevaleciera la burocracia absurda. Ningún doctor tiene la vocación de servicio. Eso me hace cuestionarme si es que estudian la profesión porque realmente les gusta o lo hacen para lucrarse. O si es que después de años de servir en hospitales públicos con tantas deficiencias se cansan de no tener respuestas y ya ni se toman la molestia de seguir buscando.
Hoy sé que el caso de mi madre no es un caso aislado. Muchos venezolanos mueren día a día por falta de una correcta atención médica, por falta de medicamentos o porque sencillamente en el hospital se fue la luz.
Este texto fue escrito en Maracaibo. Noviembre de 2015.
Los nombres y algunas situaciones fueron cambiados para proteger la identidad de las personas involucradas en esta historia.
El texto es una cortesía para mi hermano de la UNICA Rafael Sulbarán.
1.- Guacharo: es un ave conocida como el ave de las cavernas. En Venezuela, en el estado Monagas existe una cueva completamente habitada por este peculiar pájaro y el parque donde se encuentra ubicada dicha cueva también lleva su nombre.
“Er conde del Guacharo” es un personaje popular venezolano creado e interpretado por Benjamin Rausseo humorista, político, actor, profesor, abogado, músico, y empresario venezolano, experto en el «stand up comedy«, reconocido nacional e internacionalmente por este personaje Er Conde del Guácharo
2.-Sábado Sensacional: programa de entretenimiento y variedades con más de 40 años al aire en Venezuela.
3.-Sabaneta: avenida principal marabina que conecta parte del oeste con el centro de la ciudad. Reconocida hoy por ser el recorrido de la primera (y única) línea del Metro de Maracaibo.
4.-Homeopatía: sistema de medicina alternativo creado en 1796 por Samuel Hahnemann basado en su doctrina de «lo similar cura lo similar»: una sustancia que cause los síntomas de una enfermedad en personas sanas curará lo similar en personas enfermas. La homeopatía es considerada una pseudociencia y se ha descubierto que sus remedios no son más efectivos que los placebos
Imágenes referenciales
Referencias:
http://www.diariocontraste.com/al-desnudo-crisis-hospitalaria-en-venezuela-fotosvideo/
http://www.ideasdebabel.com/home/salud-en-crisis-ceguera-ideologica-por-jose-domingo-blanco-mingo/