Una vida de fe y lucha
En Pluma Volátil le rendimos homenaje a este insigne latinoamericano que con su entrega en medio de la lucha armada de El Salvador en los 70 se ganó el honor eterno de todos nosotros. Hoy fue beatificado por la iglesia católica a pesar de las trabas por ser considerado “comunista”
Por: Antonio Romero. Periodista.
Ama a Boca. Odia el gas pimienta
“No hay aquí entre todos los que estamos, dos pecadores iguales, cada uno ha cometido sus propias sinvergüenzadas, y queremos echarle al otro la culpa y ocultar las nuestras”
Monseñor Oscar Romero. Homilía 23 de marzo de 1980
El 15 de agosto de 1917 en una tierra de agricultores y ganaderos, a 160 km de la capital de El Salvador, nace en el seno de una familia humilde Óscar Arnulfo Romero y Galdámez el segundo de ocho hermanos. A la vista de su padre el telegrafista Santos Romero, el pequeño Oscar llegaba a los brazos de su madre Guadalupe Galdámez. Ciudad Barrios ese pequeño municipio de San Miguel jamás imagino que estaba viendo nacer a uno de los hijos más ilustres de El Salvador.
Esta tierra donde el café es el producto rey, ve con indiferencia crecer a este niño delgado, tímido, reservado, destacado en humanidades, pésimo con los números, asiduo orador nocturno y fanático de la virgen, aquella inmaculada. A los 4 años enfermó, y esto estuvo a punto de arrebatarle al mundo a un gran ser humano, pero gracias al incasable cuido de su madre se recuperó y seriamos testigos de lo que fue capaz de hacer.
Su primera labor fue entregar las cartas. Esto debido a que su madre Guadalupe era la encargada del correo. Con paso apurado iba de puerta en puerta entregando la correspondencia. Su padre soñaba con que Oscar fuese carpintero, lo cual aprendió, pero no sentía que esa fuese su vocación.
Fe
“¿Por qué quiero ser sacerdote? Para correr el riesgo que muchos jóvenes, no saben ver, porque quiero ser en el pueblo de Dios digno de unidad y proclamar la buena nueva a los necesitados, porque de esta forma hago presente a Cristo y su evangelio en el mundo de una manera más completa y más entregada”
Monseñor Oscar Romero. Homilía 3 de junio de 1979
En 1930 a la edad de 13 años asiste a una ordenanza sacerdotal, la cual despierta su pasión, se acerca al padre que acompañaba al recién ordenado, e indaga sobre lo que acaba de ver, sin aguantarse las ganas de expresar su deseo de servir a Dios.
Ese mismo año gracias a los sacrificios de su humilde familia, ingresa en el seminario menor de San Miguel, de padres claretianos, donde comenzó a mostrarse más comunicativo. Ya se forjaba la idea de servir a Dios y al pueblo. En 1932 se dio la matanza de Izalco en el Salvador donde una masa enardecida de campesinos y trabajadores muestra su disgusto con el gobierno, quien responde asesinando a muchos de estos, hecho que muchos criticaron a través de los años (léase extracto de Eduardo Galeano al final de la publicación). Aunque la permanencia de Oscar en el seminario era tranquila, estos hechos influenciarían en su vida adulta.
Luego de 7 años en San Miguel ingresa al Seminario de San José de la Montaña de San Salvador de padres Jesuitas. Poco antes del estallido de la segunda guerra mundial, fue elegido para estudiar en Roma, para terminar de cumplir su meta. Su integridad espiritual no para de crecer, su inteligencia era admirada. Estando allí estalla la segunda guerra, esa que el mundo entero miraría y despreciaría, no conforme con esto recibe la noticia de la muerte de su padre, hecho que entristece enormemente a este joven, quien por cumplir su sueño, tuvo que alejarse de la familia.
Continua sus estudios de teología en la Pontificia Universidad Gregoriana, vivió en el colegio Pío Latinoamericano, el cual albergaba jóvenes estudiantes latinos en Roma. Recibió clases de monseñor Giovanni Batista Montini futuro papa Pablo VI, quien gracias a esto, lo vería como un joven noble y respetado, lo cual facilitaría ciertas reuniones, y apoyo.
El 4 abril de 1942 es ordenado sacerdote, aquel niño frágil con tendencia a enfermarse, que prefería comerse libros que conversar, aquel nacido en ciudad de Barrios en El Salvador, veía su sueño realizarse en Roma. Decidió seguir sus estudios teológicos en esta ciudad, sin embargo debido a la guerra, ese mismo año se vio obligado a volver al Salvador dejando sus estudios. Mientras volvía a su país natal en barco, el cual provenía de Italia (Musolini era aliado de Hitler) el mismo es abordado, y fue prisionero de guerra en Cuba junto a toda la tripulación, siendo liberado un mes más tarde por misioneros que logran reconocerlo.
Esperanza
“Convivir con la gente pobre es lo mejor que puede haber, porque es la gente más sincera”
Monseñor Oscar Romero
En agosto de 1942 ya ordenado sacerdote llega a su ciudad natal donde es recibido con alegría, aquellas personas que vieron a ese chico entregado al sueño sacerdotal, hoy lo admiran y lo felicitan. Poco después va hacia el departamento la Unión Ciudad Anamorós, una tierra un poco más industrializada que su ciudad, pero igual llena de campesinos y obreros humildes. Allí fue nombrado párroco, allí fue donde comenzó su siembra de fe. Es sumamente caritativo no olvida sus orígenes humildes, allá en Ciudad barrios, lo que recibe en donaciones es entregado siempre al más necesitado, era admirado por todos, el rico y pudiente, el pobre y necesitado.
De allí va a la diócesis de San Miguel, donde ocupa diversos puestos en la misma como secretario del obispo, párroco de la catedral. Fue pionero en el nombramiento de la virgen de la paz como patrona del Salvador. Al momento de ayudar, nunca se preocupa por su posición social o económica, al contrario en aquel momento el padre Romero, ofrecía desde su palabra, hasta ropa, lo importante era llevar paz y fe a la gente que lo necesitara.
Así mismo se interesa por llevar a más personas la palabra de Dios. Se convierte en director del semanario de la diócesis, así como también escribe columnas en distintos diarios y aparece en varios medios de comunicación. El sacerdocio, su sueño lo cumplía a caviladad, siempre apegado a la ley de Dios, este sacerdote no transformaría su sueño en algo banal, simplemente se apegaba a las severas dogmas y leyes sacerdotales, sin dejar a un lado que el amor al prójimo era un mandamiento del señor. Disfrutaba igualmente lo simple, compartía risas y juegos, lo que lo llevo a ser aún más admirado.
En 1970 es nombrado obispo auxiliar de San Salvador, puesto que se ganó con mérito propio, sus obras no fueron ignoradas por el ministerio episcopal, sin embargo el difícil ambiente que se vivía en la capital lo perturbaba. El país sumergido en una situación precaria, comienzan a surgir organizaciones políticos populares, con el fin de acabar con la injusticia social. Una lucha violenta que afecta a todos, pero más a los humildes.
Al comienzo monseñor Romero se muestra distante, ya que apagado a las normas de la iglesia y su poca simpatía por el tema político lo lleva a criticar en algunas oportunidades a aquellos compañeros que piensan que estas organizaciones populares son la salida de la situación tensa y violenta del país.
Luego de algunas diferencias en San Salvador, es nombrado Obispo de la Diócesis de Santiago de María el 15 de octubre de 1974, una tierra cafetera como su ciudad natal, tomando posesión el 14 de diciembre del mismo año. Este nombramiento lo alivia un poco ya que los enfrentamientos violentos en San Salvador y las diferencias con algunos de sus compañeros sacerdotes lo mantenían agobiado.
Sin embargo la situación en este nuevo reto que le toca afrontar, no es distinta a la que se palpa en la capital, la pobreza extrema que se vive en ese pueblo, lo llena de tristeza, “en Santiago de María me topé con la miseria”.
“Él fue al pueblo, él fue a descubrir la realidad del pueblo, y cuando vio que no era mentira lo que se suponía, se dio cuenta de esa gran realidad, eso lo fue transformando, no su modo de ser, si no su modo de actuar”
Asistente de las misas del monseñor Oscar Romero
Lucha
“Por eso le pido al señor durante toda la semana, mientras voy recogiendo el clamor del pueblo y el dolor de tanto crimen… que me dé la palabra oportuna para consolar, para denunciar, para llamar a arrepentimiento..”
Homilía 27 de enero de 1980
Corría la mitad del año de 1975, cuando a monseñor Romero le llega la noticia de lo acontecido en el caserío “3 Calles”. Un grupo de campesinos que regresaba de un acto litúrgico fueron asesinados vilmente por la guardia nacional, quienes hablaban de elementos subversivos con armas, que los atacaron y ellos respondieron; sin embargo esas armas no eran más que Biblias que portaban bajos sus brazos, que fueron bañadas en sangre del pueblo oprimido.
Los sacerdotes de la diócesis le pidieron hacer a monseñor una denuncia pública ante estos hechos, sin embargo, decide enviar una enérgica carta al presidente Arturo Molina, quien era su amigo para ese momento. Confiando así equívocamente en el sistema judicial del país, sin sospechar que detrás de aquel que su consideraba su amigo se encontraba un grupo de terror que se enfrascaba en desaparecer todo obstáculo que se opusiera a los intereses de la patria, que no era más que los intereses de los ricos y poderosos del país. Aquellos pudientes, que consideraba sus amigos, a quienes ayudaba sin pensar en su posición económica, eran los mismos que pisaban y asesinaban al pueblo sin remordimiento.
En 1977 a la edad de 59 años es nombrado Arzobispo de San Salvador, en ese momento la violencia del país está en niveles atroces, los militares y grupos de gobierno, arremeten sin piedad ante las organizaciones populares. Ese mismo año asesinan vilmente al padre Rutilio Grande, un gran amigo, la gota que derramó el vaso, la última apuñalada de consciencia, la paciencia de Oscar Romero acaba con el último latido del padre Rutilio. Un mártir dio vida a otro mártir”
Este hecho hace que el clero se una alrededor del arzobispo. Los pobres y humildes aquellos que buscaban paz a través del señor, encontraron una palabra llena de lucha en la fe y en contra de los hechos que se estaban dando, con un mensaje cargado de paz, y un grito silencioso pero desesperado de cese al fuego. El gobierno comienza a ver a la iglesia como una posible amenaza, ya que la palabra de los sacerdotes llevaba verdad, una verdad que el gobierno de aquel entonces no quería que fuese escuchada. La gente escondía sus Biblias por temor a represalias
“Tenía la facilidad de palabra era un predicador popular, era capaz de transmitir una idea profunda, de transmitírsela al pueblo con sencillez, el pueblo le entendía, lo que decía y por eso le gustaba escucharlo”
Asistente de las misas del monseñor Oscar Romero
Las homilías de monseñor eran escuchadas de manera atenta por el pueblo; en esta no solo hablaba del evangelio, también denunciaba los actos violentos, llamaba a la reconciliación y a la paz, a través de la fe y la conciencia humana. Por esta actitud, las personas poderosas y pudientes, y algunos obispos de la época, comenzaron a desmeritarlo a través de los medios. Se les pagaba para que publicaran insultos y amenazas ante la integridad física de Romero. Monseñor se encuentra con el papa Pablo VI quien le da ánimo a que continúe con su labor religiosa y cívica de denuncia.
“…que me desplace libremente a ser un pastor de las comunidades, Dios va conmigo y si algo me sucede, pues estoy dispuesto a todo”
Entrevista a monseñor Romero 1980
Los años finales de la década de los 70 cubrieron de sangre la iglesia del país con las muertes del padre Alfonso Navarro (1977), padre Ernesto Barrera (1978), padre Octavio Ortiz junto a 4 catequistas (1979), padre Rafael Palacios (1979), y el padre Napoleón Masías, todos asesinados vil y cobardemente a favor de los “intereses de la patria”.
Estos hechos, no aminoraron el discurso de monseñor Romero, al contrario, se convirtió en el defensor de la dignidad y la paz, en el grito de los sin voz
Muerte
“… de nada sirven las reformas, si van teñidas con tanta sangre… en nombre de Dios pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios que cese la represión”
Monseñor Oscar Romero. Homilía 23 de marzo de 1980
Era inminente el riesgo de muerte de monseñor Romero, los asesinatos de sus colegas y las distintas amenazas con el fin de que cesaran sus denuncias hacían de esto una realidad, conjeturas que fueron confirmadas en febrero de 1980 con un atentado contra su vida, cuando se colocaron dinamitas alrededor de la basílica del Sagrado Corazón de Jesús, lo cual habría acabado con la vida del monseñor, además de los muchos fieles asistentes a las homilías. Esto demostraba lo sanguinario del gobierno de aquel entonces.
Ya sabiendo que la muerte era una opción real, monseñor Romero en sus meditaciones, escribe sobre esta posibilidad:
“Mi otro temor es acerca de los riesgos de mi vida, me cuesta aceptar una muerte violenta que en estas circunstancias es muy posible, mi disposición debe ser dar mi vida por Dios cualquiera que sea el fin de mi vida, las circunstancias desconocidas se vivirán con la gracia de Dios, el asistió a los mártires, y si es necesario asistiré muy cerca de entregarle mi último suspiro, pero qué más valioso que el momento de morir es entregarle toda la vida y vivir para él, así comento mi consagración al corazón de Jesús, que fue siempre fuente de inspiración y alegría cristiana en mi vida. Así también pongo bajo su providencia amorosa toda mi vida y acepto con fe en el mi muerte por más difícil que sea, no quiero darle una intención como así lo quisiera por la paz de mi país y por el florecimiento de nuestra iglesia, porque el corazón de Cristo sabrá darle el destino que quiera, me basta para estar feliz y confiado saber con seguridad que en él está mi vida y mi muerte, que a pesar de mis pecados en el he puesto mi confianza y no quedaré confundido y otros proseguirán con más sabiduría y santidad los trabajos de la iglesia y de la patria”
Extracto de ejercicios espirituales 1980
El 23 de marzo de 1980, luego de tanta impunidad, tanta injusticia y tanta violencia, aquel muchacho tímido que nació en una tierra cafetera, pronuncia la homilía más directa ante las injusticias solicitando el cese a la represión. Muchos consideran que esto fue la sentencia de muerte de monseñor.
“Se hablaba de que la homilía de Romero, que era un hombre que estaba alebrestando a la gente… Eso era comidilla del día en todos lados, la homilía de Romero”
Capitán Álvaro Saravia 22 de marzo de 2010
Homilia del 23 de marzo de 1980
https://www.youtube.com/watch?v=2rsASJglK0s
El lunes 24 de marzo de 1980, en la capilla de la Divina Providencia, justo antes del corpus christi, una metralla encendida apareció, un ángel cayó, de esos de aquella canción de Silvio, de esos que se llevaron a Luther King, MalcomX, Garcia Lorca. Aquel muchacho que soñó con ser sacerdote no solo cumplió su sueño, también luchó por la justicia a través de la fe, luchó por el bienestar del humilde, aquel muchacho silencioso y tímido se convirtió en el grito de denuncia de aquellos llenos de temor, de aquellos llenos de injusticia, de aquellas muertes sin nombre.
El nombre de la bala se mantuvo anónimo, por un tiempo. Una comisión de la verdad determina que un grupo de exterminio del gobierno llamado ARENA, comandado por Roberto d´Aubuisson y Mario Molina (hijo de aquel presidente Arturo Molina a quien consideraba monseñor Romero su amigo), que el asesinato lo ejecutó el capitán Álvaro Saravia, sin embargo éste, en el año 2010 afirmó que fue un sujeto de barba que contrató Mario Molina.
Quién lo hizo no es lo importante, lo importante es que la huella que dejó monseñor Oscar Arnulfo Romero fue imborrable, que su lucha por la paz nunca será olvidada. Que aquel niño que repartía cartas en Ciudad Barrios, se convirtió en uno de los referentes de San Salvador cuando se habla de la justicia humana
Canonización
En 1990 a diez años de su muerte; comienza el proceso de canonización, el pbro Rafael Urrutia fue nombrado postulador, en 1994 se presenta formalmente la solicitud para la misma, al arzobispo Arturo Rivera y Damas. Siendo el 4 de julio de 1997 cuando la santa sede acepta valida la causa.
Luego de tantos años monseñor Vicente Paglia se convierte en postulador de la causa y anuncia en 2005 que existía cierto bloqueo por razones de índole ideológicas, que en varias oportunidades se acercó al papa Juan Pablo II y que este cegado por la información que llegaba desde El Salvador y de algunos cardenales, que informaban al papa que monseñor Romero no era más “que un desequilibrado comunista”. Sin embargo la postura del papa cambia en el año 2000 cuando visita El Salvador y va a la tumba de Monseñor Romero. Así mismo lo agrega en el jubileo del año 2000 nombrándolo sin estar en el texto que le fue dado. Sin embargo monseñor Vicente Paglia señala que fue el papa Benedicto XVI quien desbloquea el camino a la beatificación.
El 3 de febrero de 2015 el papa Francisco autoriza promulgación del decreto de la Congregación para las Causas de los Santos que declaró a Óscar Romero mártir de la Iglesia. Ceremonia de beatificación se celebró hoy en San Salvador.
Extracto de sobre la masacre de Izalco
“Estalla el pueblo el mismo día que estalla el volcán Izalco. Mientras corre la lava hirviente por las laderas y las nubes de ceniza cubren el cielo, los campesinos rojos asaltan cuarteles a machete limpio en Izalco, Nahuizalco, Tacuba, Juayúa y otros pueblos. Por tres días ocupan el poder los primeros soviets de América. Por tres días. Y tres meses dura la matanza. Farabundo Martí y otros dirigentes comunistas caen ante pelotones de fusilamiento. Los soldados matan a golpes al jefe indio José Feliciano Ama, cabeza de la rebelión en Izalco; después ahorcan el cadáver de Ama en la plaza principal y obligan a los niños de las escuelas a presenciar el espectáculo”
Eduardo Galeano
«No soy de los que creen en milagros. Creo en circunstancias, sincronismos, coincidencias. Pero eso no implica que no crea en la maravillosa aparición de la decencia en el medio de la corrupción más grande, de la brutalidad más grande, de la violencia más grande»
«Su conducta, su honestidad, su riesgo asumido por el compromiso con los necesitados, algo hecho sin expectativas de lucro, o de reconocimientos o premios, todo justifica la distinción conferida»
Rubén Blades sobre el Monseñor Oscar Romero
“El padre Antonio y su monaguillo Andrés”, dedicada a Monseñor Romero
https://www.youtube.com/watch?v=VDQuDF38Dzg
Con información de:
http://www.romeroes.com/monsenor-romero-biografia?start=1
http://connuestraamerica.blogspot.com/2013/01/el-salvador-y-el-etnocidio-de-1932-los.html
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/r/romero_oscar.htm
https://www.youtube.com/watch?v=YEeV2UhNWo8
http://www.un.org/es/events/righttotruthday/romero.shtml
http://www.elfaro.net/es/201003/noticias/1403/
Texto redactado en Marzo de 2015
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