Memorias de un cabimero| La lucha de tía Anselma

Memorias de un cabimero| La lucha de tía Anselma

La mamá de Margarita Soto fue una de las mujeres luchadoras vital en la lucha sindical en esos primeros años de la Cabimas petrolera, pero fue traicionada.

Memorias de un cabimero. Edudomario Castillo Clavel

Todos mis tíos son para mí importantes, pero en esta oportunidad les hablaré de mi tía abuela materna por ser ella figura que le dio renombre a mi querida Cabimas.

Tía Anselma Soto era la hermana menor de Maeva (mi abuela), es decir era mi tía abuela materna. Una mujer de amplios conocimientos de la vida social de Maracaibo y de toda la Costa Oriental del lago, conocedora del arte culinario, tanto de la comida criolla como de la internacional, así como también diestra en las labores del hogar, propias de las damiselas de esa época: cocinar, bordar, tejer, pintar.

En las fiestas patronales de la Virgen del Rosario de Cabimas, los sacerdotes e invitados que venían siempre o casi siempre de Maracaibo, la ocupaban para que les hiciera la comida. Sus bolos, llamado así a las tortas de matrimonio, eran famosas en Maracaibo y en Cabimas. Era carta de buen gusto, si los preparativos contaban con la mano de tía Anselma.

En los últimos años del gobierno de Juan Vicente Gómez y en los primeros años del gobierno del presidente Eleazar López Contreras, año 1930-1937, vivió en el hato de los Soto Rall o también conocido como la playa de Anselma Soto, el dirigente sindical Valmore Rodríguez, quien fue el fundador del Sindicato de Obreros y Empleados Petroleros de Cabimas.

Este luchador llegó de incognito a Cabimas, acompañado de Rafael Reyes, nativo de acá, quien era hijo del doctor Régulo Reyes, medico desde hace muchos años acá en la Costa Oriental del Lago y dueño de un hato en Punta Icotea. Las familias de todos los hatos o playas de Ambrosio, tales como: Guillén, Lizardo, Medina, Soto, Freites-Nava, Ochoa Freites y otras más facilitaron el desenvolvimiento de las acciones de este líder, en donde mi tía Anselma era la encargada de las comidas.

Participar en esta actividad política le costó a mi tía Anselma su hato, ya que cuando se normalizaron las cosas después de la huelga petrolera ella lo perdió por líos judiciales. Ahora, el terreno donde estaba el hato está la estación de radio, llamada Radio Cabimas (hoy la sede de Favoritas FM), emisora que pertenecía al Sindicato de Obreros y Empleados Petroleros (SOEP). Ignoro cómo llegó a manos del sindicato y si todavía en la actualidad pertenece al mismo, aunque indagando todo indica que fue vendido a un empresario de Maracaibo, cosa que no puedo asegurar porque al momento de estar escribiendo esta historia todavía no tengo la información clara.

En el gobierno del presidente Isaías Medina Angarita, Cabimas por fin fue tomada en cuenta: Se le hicieron tres obras importantes: El Pasaje Sorocaima, el Mercado Municipal y la Maternidad, con ella la llegada del Doctor Manuel López Rivas, médico cirujano al servicio del Hospital General de Cabimas, quien después fue el fundador y director de la maternidad. Las fuerzas vivas de Cabimas han ignorado los beneficios que este doctor yaracuyano trajo a este pueblo, al contrario, han tratado de borrarlo; pero esta labor fue valorada por mi tía Anselma quien le dio su respaldo, lo cual le valió a ella como una especie de rechazo de la acción política que había ayudado.

Después del golpe de estado dado por Medina Angarita, tía Anselma no aceptó pago alguno, el cual se le quiso hacer por la colaboración prestada a la causa sindical. Rafael Reyes con los años fue hombre clave entre Valmore Rodríguez y Betancourt, en las campañas electorales siempre visitaba la casa de tía Anselma, para saludarla y decirle que el ofrecimiento seguía en pie, cuestión que nunca quiso aceptar.

Al pasar los años de la dictadura militar presidida por Marcos Pérez Jiménez, Rómulo Betancourt, visita a Cabimas y desde la tribuna en frente a la Plaza Bolívar, recordó el haber viajado en forma clandestina a este pueblo cuando se inició el movimiento sindical y en su hablar dijo o nombró los sitios como: el Tumbaito que era una especie de bar y el callejón los Bagres, el cual queda en frente del negocio de los palos en Ambrosio, sitios que no existían en Cabimas.

Betancourt en su discurso no nombró los que en verdad había visitado; la razón de no nombrarlos era según Rafael Reyes, una táctica de la política imperante del momento inseguro que vivía el país. Esto no fue aceptado por tía Anselma, porque ella era una mujer frontal y consideró eso una ofensa o un divorcio, especie de alejamiento de la verdad, como punto de partida de un desarrollo del cual no iba a participar más, porque no le gustaban las medias tintas. Lo consideró como un degrado donde se cumple una cuarentena que una vez culminada se abandona, lo decía, claro está no por ella sino por Cabimas, es decir, en pocas palabras ya Cabimas les sirvió ahora no les importa su desarrollo. Aspecto este que creo que el tiempo le dio la razón a mi tía Anselma, ya que, hoy por hoy mi querida Cabimas está sumida en el abandono.

Tía Anselma no se casó, ella tuvo una hija con Guillermo Guillén, de nombre Margarita Soto, la cual es conocida hoy como pintora de pintura ingenua, pero en sus años mozos fue comadrona o partera preparada por cursos intensivos de obstetricia, dictados por el Doctor López Rivas, quien en su preocupación por el bienestar de esta zona, plantea un proyecto de crear una maternidad, proyecto este que tía Anselma apoya porque lo consideró provechoso para solventar un problema de salud.

La propuesta del Doctor López Rivas estaba enrumbada a disminuir el riesgo de mortandad que existía de mujeres que perdían la vida en el momento del parto y por otra acabar con el empirismo e ignorancia que conjugado daba fuerza al dicho muy popular en esos tiempos, que estar embarazada era “tener un pie fuera y otro dentro del cementerio”.

Todos los estudiantes de estos cursos cumplieron a cabalidad las metas trazadas por el Doctor López, y comenzaron a atender a la población, Margarita Soto se destaca entre ellos, llenando de orgullo a su mamá. Pero la lucha no quedó ahí, porque con haber logrado la disminución de la mortandad de mujeres embarazadas se logró la apertura de la maternidad y he de resaltar que con este aporte a la zona no solo tía Anselma se sintió feliz, sino toda Cabimas quien le agradeció honrando su memoria a través de reconocer a su única hija como personaje histórico de Cabimas. Tía Anselma muere en Punta Icotea en la década del 60.

Nota: La doña en la foto es Margarita Soto, hija de Anselma Soto, de las parteras más destacadas de la historia en Cabimas. También fue destacada artista empírica.

Selección de Memorias de un cabimero (1994), de Eudomario Castillo Clavel.

Edición: Marianela Castillo, Rafael David Sulbarán.

Foto: Archivo de Margarita Soto.

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