Vladimir Guerrero entró en el Salón de la Fama, muy merecido por supuesto y en Pluma Volátil traemos este pequeño texto con un poco sobre su carrera
Por: Rafael David Sulbarán. Periodista. Tiene la barajita de novato de Vladimir. La de Chipper también.
Los jonrones más espectaculares que he visto los recuerdo, sobre todos lo de la televisión en vivo. Son tres. No sé cuál numero asignarle a cada uno, pero el que vi de Vladimir Guerrero en la Serie del Caribe de 2002 fue una grosería. Navegantes del Magallanes era el rival y el “Conde Vlad” sin duda era la atracción de ese torneo que terminó ganando México en el estadio Universitario de Caracas. No recuerdo el pitcher, tampoco mayores detalles del juego ni quién ganó, pero lo que si recuerdo bien es que a esa pelota seguro se le abrió un hueco al momento de recibir semejante golpe y pasar por encima de las gradas del izquierdo. Tal vez fue a dar a Plaza Venezuela y se la llevó un perro en la boca. Clase de batazo bestial fue, así como es Vladimir en el buen sentido de la palabra.
Los otros dos jonrones a los que me refiero también fueron conectados por jugadores dominicanos. Uno fue en 1997, en una Serie del Caribe en México donde Navegantes del Magallanes se mataba a palos con las Águilas Cibaeñas que tenía en primera base a un novato llamado David Ortiz. Oscar Henríquez “Manacho” intentaba mantener la ventaja pero el prospecto de los Mellizos de Minnesota no lo permitió y sacó la bola por el jardín izquierdo. La pelota seguro fue a dar a un taco o a un sombrero ranchero por allá haciendo un desastre. El otro batazo bestial de mi top 3 lo despachó Albert Pujols cuando todavía jugaba para los Cardenales de San Luis. Era el juego seis de la Serie de Campeonato de 2005 y los Cardinals se negaban a morir ante los Astros de Houston que eran de la Liga Nacional en ese entonces. Pujols con un hombre en base conectó el lanzamiento y mandó la esférica a mil por hora encima del jardín izquierdo casi abriendo un hueco a las paredes del estadio texano. Una salvajada de batazo como diría el narrador mexicano de Espn. Todos estos tres bateadores marcaron una época y tienen un pie dentro del Salón de la Fama, algo que ya logró Vladimir.
Uno se siente orgulloso y viejo a la vez cuando ve a un jugador así triunfar. Los pillaste desde su debut, en su desarrollo y retiro para ser seleccionado al Salón de la Fama de las Grandes Ligas. Vladimir Guerrero compone la clase de 2018 junto a Jim Thome, Chipper Jones y Trevor Hoffman, todos jugadores que vimos brillar en esta era de la televisión global y el internet.
Guerrero debutó en 1996 con los recordados Expos de Montreal. El equipo de Canadá lo subió luego de extender los rosters en septiembre. Tom Glavine un miembro del salón inmortal en el antiguo Atlanta Fullton Country Stadium recibió el primer hit de Guerrero que contaba con 21 años. La pelota fue a dar al jardín central, fue recibida en el cuadro por Chipper Jones quien la lanzó al dogout de los Expos para guardarla de recuerdo. Entre inmortales se entienden pues.
En ese 1996 Vladimir apenas participó en nueve juegos, solo conectó un jonrón e impulsó una carrera. Bateó para .185 con solo cinco hits. Quizá un debut normal para cualquier novato, pero de Guerrero se esperaba más, sobre todo luego de ser premiado como el jugador del año en las ligas menores de Montreal dos campañas seguidas. A los novatos sensación no de les perdona casi nada, pero Guerrero en 1997 comenzó a despegar. Bateó para .302 en su primera zafra como titular a pesar que solo jugó en 90 encuentros. A partir de allí no bajaría de .300 hasta 2010. Explotó el Conde que se convirtió en uno de los bateadores más temidos de esta era. Una vez al observarlo en el estadio de Baltimore, otro salón de la fama, Cal Ripken, comentó que Vladimir era el mejor bateador de bolas malas que había visto en su vida. No tengo a mano la estadística sobre su promedio con pitcheos malos pero esa característica lo marcó y al escribir estas líneas se me viene a la mente su peculiar forma de batear. Uno puede pensar que si le tira a lanzamientos lejanos de la zona se va a ponchar, sacar cualquier fly o rolling inofensivo, pero no, Vlad de un pitcheo contra el suelo sacaba la pelota del parque.
Guerrero dejó un promedio vitalicio de .318, aunque nunca fue líder de average pero ganó ocho bates de plata. Conectó 449 jonrones, impulsó 1496 carreras, anotó 1328 veces y despachó 2590 hits. Si a vuelo de pájaros ves estos números quizá no te impresionan, pero lo dominante que fue Guerrero, el impacto de su ofensiva y su gran brazo le dieron obviamente apoyado por números, un boleto seguro en Cooperstown.
Pero otra de las cosas que no se mide en números fue su particular estampa dentro del campo. Vladimir es un tipo que mide más de dos metros, su presencia en el plato intimidaba a cualquier lanzador por muy Greg Maddux, muy Roger Clemens o Randy Jhonson que fuera. Lideró la liga en boletos intencionales durante cinco zafras y es el quinto de toda la historia con 250, eso puede reflejar que los managers en muchas ocasiones le huían.
Sus jugadas a la defensa no lo llevaron a ganarse un Guante de Oro, de hecho lideró en errores para jardineros en nueve ocasiones y es el quinto de la historia entre ellos con 125 pecados. Pero tal vez eso quede a un lado al recordar esas espectaculares jugadas donde doblaba a corredores a placer ayudado por ese fuerte brazo derecho que lo llevó a ser líder de asistencias en tres oportunidades, acumulando en su carrera 126, el número 28 de la historia. Busquen en Youtube y verán maravillosas jugadas en home, sobre todo en su época con los Expos. Ya luego que llegó a los Angelinos de Anaheim Vladimir se lesionó y perdió acción en los jardines. Luego se convirtió en bateador designado fijo. En 2010 ganó el premio Edgar Martínez al mejor designado de la Liga Americana con los Rangers de Texas. Irónicamente Edgar Martínez fue compañero en las boletas del salón para este año y aún no tiene un puesto seguro en Cooperstown a pesar que ese premio lleva su nombre.
Otra cosa que coloca un sello en Vladimir es que no usaba guantines. Una vez declaró que su abuelo lo enseñó a tomar el ganado por el robo a mano limpia y de allí se acostumbró. Cuando agarró un bate de beisbol no lo soltó nunca y no utilizó guantines para tener un mejor agarre. Los bates no le causaban ampollas debido a que sus manos son rústicas ya más que habituadas al trabajo fuerte.
Su hijo Vladimir Júnior anda por allí y a sus 19 años es el tercer mejor prospecto de todas las grandes ligas en la actualidad. Por cierto, el primero es el venezolano Ronald Acuña con los Bravos de Atlanta.
Muchas felicidades Vladimir por este gran logro de estar en el salón de la fama, el tercer dominicano, el onceavo latino. Muchas gracias por dejar el nombre de los latinoamericanos en alto, gracias por dejarnos ver esos espectaculares jonrones, esos outs en elplato y toda tu humildad. Ojalá tu hijo sea una continuación.