El peinado de mi hija y su antena de Wifi

El peinado de mi hija y su antena de Wifi

Hoy arrancamos con esta serie de cuentos reales, una serie que decidimos nombrar: «Café, empanadas y paja», en honor a su creadoMendoza, que un día empezó a contar vivencias en esa red bajo un lenguaje bien chistoso. Acá decidimos replicarlo y compartirlo con ustedes. Disfrútenlo.

Por: Eduardo Mendoza

Cuando mi hija estaba en pre escolar la mamá trabajaba muy temprano, así que yo me encargaba de vestirla y llevarla a la escuela La maestra me decía: Señor Eduardo usted no tiene a nadie que le haga un peinado normal a su hija, si quiere tráigame las cosas y yo la peino aquí.

Yo hacia mi mejor esfuerzo, pero ella casi no tenia pelo y además es demasiado finito ese pelo. Era un lío hacerle lazos y colitas yo no sé como hacía su mamá para ponerle esas cosas, pero un día descubrí una vaina que se llamaba «Moco de Gorila» y listo le ponía eso, y listo.

El pelo le quedaba así todo liso para atrás y le pegaba su lazos y quedaba linda. Ese día la mamá la fue a buscar y la maestra le contó que ella sabía cuando yo era el que la vestía para ir a clases por que llegaba casi que envuelta en papel celofán y tirro.

Cuando esa mujer vio a la niña, sintió que tenía que matar a alguien cuyo nombre empieza por Edu y termina por ardo. Yo vi en esos ojos las llamas del infierno.

– Eduardo: ¿tú mandas a la niña así a clases? te cuesta mucho pararte mas temprano y peinarla como una niña normal?

Una vecina se ofreció a venir temprano a la casa y ayudarme a vestir a la niña, pero mi cuaima es visionaria y captó las señales ( ademas que la cara de puta de mi vecina no ayudaba mucho) así que habló en el trabajo y le dieron un horario más flexible.

Igual me tocó aprender a peinar a la carajita, vestirla como gente. Una vez le puse una franela mía y una correa solo para joder a la maestra que era muy pana de nosotros. Ella cuando la vio, respiró profundo y me dijo que me la llevara pa la casa, luego se dio cuenta que era jodiendo.

Me explicó lo importante que es para los chamos de esa edad estar bien vestidos en la escuela, y lo de los piojos y esas vainas, aunque yo estoy seguro que con ese poco de grasa que yo le ponía en la cabeza ningún piojo sobrevivía.

La antenita

Cuando la enfermera me mostró a mi chama recién nacida, yo pasé todo ese tiempo viéndole la cara para fijar su imagen en mi mente. No escuchaba a la enfermera, yo solo miraba esa carita para que no se me olvidara ya que estaba el rumor de que cambiaban a los niños en el hospital.

Mi esposa estaba aun en efecto de la anestesia y del cansancio, así que me tocó a mi estar pendiente de la menor, me tocó ir a la casa, porque todo macho que se respeta no lleva las cosas que la mujer. Me dijo que llevara y que era importante tener a la mano.

Ya en la casa dormí un rato y fui a donde mi mamá a avisarle lo del nacimiento de su nieta y esas cosas. Cuando decido ir de nuevo al hospital ya eran como las seis y media de la tarde. Cuando llegué, la enfermera me llama con desespero y me cagué al ver su cara de preocupación.

Me dijo que ciertamente había rastro de liquido amniótico en sus pulmones pero que no era de riesgo ya que era muy poco. Entonces le pregunté por qué estaba tan asustada que no me mintiera, y me dijo que hubo que ponerle una vía a la chamita y no pudieron hacerlo en el brazo.

Tuvieron que hacerlo en su cabeza (ya eso me puso nervioso). Me dijo que pasara para que la viera y la cargara y se la llevara a su mamá que aún estaba drogada hasta las metras con esos calmantes que le pusieron.

Cuando entro al retén y veo a mi hija ahí con su cabeza pelada y una vía en la cabeza que parecía una antena lo primero que pensé fue: «verga tengo una hija con Wifi». Pero no se había inventado el Wifi para esa época y también pensé en la coñaza que la daría mi esposa a la enfermera.

La doctora le formó un peo a la enfermera ya que la vía se la podía poner en el pie, (pero ese es otro cuento). Yo no había cargado aún a mi hija, así que cuando me acerqué a su caja cristalina metí la mano para tocarla y ella me agarro el dedo meñique.

Uno puede ser muy macho vergatario, cuatriboleao pero en ese momento uno siente unas ganas inmensas de llorar y te tiembla el bofe y la chinchurria. Ah, es que asumes que eres papá y tienes que responder por una vida.

Cuando por fin despertó la mamá, le entregué a su muchacha y ahí cuando la vio la abrazó así toda pelona con su antena y su cara de cachapa. Fue una bonita escena. Apenas tuvimos la oportunidad, salimos de ese hospital. Solo volvimos a hacer unos chequeos y ya.

Ya mi hija está grande y tiene un hijo, pero igual aún me agarra el dedo índice y yo siento la conexión. Es igual de formadora de peo como la mamá, pero baila como yo. Un día de estos les cuento la primera vez que la llevé a un acto de la escuela .

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