Influencia de la TV en nuestros chamos
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Por: Rafael David Sulbarán. Periodista. Hogareño. Callejero.
En estos últimos tiempos la tecnología ha pasado a ser protagonista en nuestra vida. Definitivamente los medios para comunicarnos han influenciado nuestra forma de hablar, de expresarnos, de actuar. Hoy en día, en las conversaciones de un grupo de adultos es muy común escuchar hablar del episodio número seis de Game of Thrones, o de lo bien que le ha ido con su nuevo Samsung S5 jugando Preguntados con sus amigos de Facebook, o tal vez el último fichaje del Almería en la Liga Española de fútbol, la cual se saben de memoria con todos su jugadores, o quizá tal vez la última peripecia del tipo que protagoniza “50 sombras de Grey” en su versión cinematográfica. Esto no es malo cien por ciento, cualquier persona cae en las redes de la tecnología, en la nueva información, en el nuevo tema de conversación.
Esta generación que se ha formado desde el comienzo del siglo 21, lleva, sin duda, una influencia muy distinta a los que crecieron y se desarrollaron en el siglo 20. Sonarán a palabras de viejo, de anticuado, pero esta es una realidad palpable. Ningún tiempo es igual. Tocamos el tema de la televisión. Esa industria que se desarrolló en el siglo pasado, pero que ha tomado rumbos casi impensados en esta nueva era. Los dibujos animados, aparecieron antes del boom televisivo en los cines, y es casi seguro que nuestros ancestros jamás pensaron que serían protagonistas en el quehacer diario, que puedan servir como terapias, que puedan ser culpables de enfermedades mentales, de desvelo, que ayuden a las madres a poder lavar la casa, que sirvan como maestros virtuales. Todo esto y más significan los dibujos animados hoy, además de ser una de las industrias del entretenimiento con mayores ingresos.
Es difícil no imaginarse el día a día de un niño actual sin su sesión de televisión diaria. En la época de los “años dorados” de la televisión, toda la programación estaba basada en variedades. Cada renglón tenía su espacio, y regularmente los programas para niños, eran por las mañanas, con cerca de dos o tres horas de programación. De igual manera las tardes tenían su espacio infantil, entre dos o tres horas. Eso era todo.
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Por razones naturales, la sintonía de esos novedosos canales tendría un alto rating en la población infantil. Según nos cuenta Althea Thompson en su artículo “Ventaja de los dibujos animados en los niños”, publicado en Ehow en Español, un joven mira unas 18 mil horas de televisión desde el jardín de infancia hasta la secundaria, datos recogidos de la investigación realizada por el psicólogo de la universidad Bowling Green, Steve Hossler. De todas estas miles de horas, un gran porcentaje es dedicado a los dibujos animados y a programación de contenido violento.
El muñeco bobo
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Mientras esto ocurre en la cajita mágica encendida, Manuel es observado por su hermanita, que le quita el pedazo de galleta que se disponía a comer, tumbándole el vaso de refresco. Luego del suceso, Manuel persigue a su hermanita por toda la casa sin el éxito de agarrarla y reprenderla. Manuel regresa a su aposento televisivo y es víctima de un gran empujón de su hermanita que, cual Jerry, molesta a su oponente de mayor tamaño y fuerza.
Este es un típico caso de imitación, de aprendizaje social. Los niños a temprana edad son capaces de recoger como esponjas todo lo que ven en su ambiente. Albert Bandura nos explica muy bien este tema. Bandura, un psicólogo canadiense, en 1961, realizó un experimento con 72 niños, divididos grupos de 36 niños y 36 niñas. Previamente el psicólogo y su equipo, le hizo ver a los infantes una película donde un adulto golpeaba sin piedad a un “muñeco bobo”, un juguete de plástico inflado con aspecto de payaso. Aquí en Venezuela también es conocido como “muñeco porfiao”. La persona pateaba y golpeaba fuertemente al juguete, que volvía a su posición una vez atestado el trancazo. De igual forma lo insultaba, y además utilizaba implementos como un bate de béisbol u otros utensilios para malograr al indefenso muñeco.
Una vez expuesto el video, Bandura uno por uno pasó a los niños hasta un cuarto lleno de juguetes, pero con el mismo muñeco bobo. El resultado fue que un gran número de niños golpearon e intentaron destrozar al pobre muñequito. A la mitad de los niños se le mostró el video con las agresiones. La parte que no vio el video no mostró señales de agresividad ante el mismo muñeco. En el siguiente video podrán observar parte del experimento.
Aquí Bandura, comprobó que se aprende por experiencias, por el ambiente, por los hechos que nos rodean, tumbando la teoría conductista, dando paso así al aprendizaje social. Es sencillo, todo lo que vemos se queda, bueno y malo…en el caso de los dibujos animados y cualquier cosa de la TV muestra la realidad.
No todo es malo
Claro está, no todas las comiquitas son malas, o son violentas. Hay muchos programas o micros de enseñanza. “High Five” es uno de ellos. Allí los niños aprenden a contar, sobre animales, sobre situaciones de la vida y refuerzan los conocimientos de clase. Existen múltiples programas de este tipo, que claramente son una buena influencia para los infantes, ya que muchos de ellos son producidos y aprobados por expertos en el área.
Se ha comprobado que los dibujos animados sirven de incentivo a la hora de estudiar, generando grandes resultados y buen rendimiento escolar, si la maestra utiliza en clase algún personaje animado, si sus padres le compran los cuadernos de Ben 10, o si a la hora de motivarlos a estudiar les dicen que si hacen todas las tareas, al culminar podrán ver sus comiquitas preferidas.
Realidad versus ficción
Sin embargo, bajo mucha influencia, muchas horas de TV, nuestros muchachos podrían sufrir alteraciones en su conducta y el no distinguir entre la realidad y la ficción.
En 1928, ya la serie animada de Walt Disney “Mickey Mouse” era muy conocida y generó el primer incidente relacionado a la influencia de un comic. Dickey Jhonson, un pequeño niño, tomó el yate de su familia en un lago norteamericano, intentando replicar a su amigo ratoncito de la tele. Dickey estrelló la embarcación saliendo ileso gracias a Dios. La familia Jhonson demandó a Walt Disney por cargos de corrupción de menor. Dickey alegó estar motivado por la influencia del ratoncito que silba alegremente en la caricatura, en su momento dijo : “Pensé que si un ratón humilde, común podría conducir un barco, seguro que yo también podía hacerlo”.
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Edgardo, era fanático de “Súperman”, tanto que no se quitaba la capa o el disfraz. Todo el día fantaseaba con evitar la criptonita y salvar al mundo. Esa tarde Edgardo estaba decidido a probar que podía volar, por eso, se armó del coraje del súper héroe, abrió la ventana grande de la sala de su apartamento y se subió extendiendo los brazos como Christopher Reeves en el film. La descuidada niñera iba arribando al edificio cuando observó al mini súperman apunto de probar que podía cruzar el aire como un avión. La muchacha sacó fuerzas de donde no tenía y casi como Flash subió las escaleras arribando hasta el cuarto piso del edificio y entrando como bala aguardando que Edgardo no se hubiese lanzado. En efecto, Súperman aún estaba evocando sus poderes porque aún se mantenía sobre la media pared de la ventana corrediza. La niñera se abalanzó contra él, que ya emprendía vuelo, su cabeza estrelló con el pilar de arriba dando oportunidad a la chica de atajarlo prácticamente en el aire. Los puntos en la cabeza del pobre Edgardo deben recordarle que la influencia de su héroe, casi lo mata.
Es muy chistoso ver a nuestros niños evocar a su “Power Ranger” favorito o bailar graciosamente como un “Backardigan”, pero se debe medir la peligrosidad de lo que está ocurriendo. Aprenden mucho, y hasta su vocabulario se enriquece con frases como “se me ha ocurrido una genial idea” o “tengo una extraña sensación”, pero se debe tener cuidado de no llegar al extremo de que los chamitos no identifiquen la realidad con lo ficticio, o que lleguen absurdamente a hablar como robots con ese acento “discoveriqueño” que es molestoso a veces para nuestros oídos.
Recomendaciones
El control parental y la educación hogareña. Allí la clave.
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Wettel en su declaración, recomienda a los padres no explicar demasiado las situaciones de las caricaturas, pero si hacerles ver que son personajes ficticios. También exhorta a hablarles claramente sobre la muerte, por ejemplo, cuando una mascota deja de respirar o se pierde un cachorro, “es importante trabajar sus primeras pérdidas y no decirles que se fue, o lo regalaron, sino que falleció y se va madurando en esa etapa”.
Por su parte Julia Pernalete, psicóloga y docente de la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt sostiene que “la idea no es cuestionar el efecto de la televisión en la agresividad, sino como la manejan los chicos actualmente. Seguirán saliendo programas nuevos y los seguirán prohibiendo”. Para esto es necesario observar a los hijos, estar pendientes y no dejarlos cuatro horas ligados a la cajita de tele sin prestarles cuidado, simplemente porque están respirando un poco o están ocupados en otra actividad. “Es muy importante que conozcamos a nuestros hijos y una mala influencia de la TV se podrá detectar si les ponemos cuidado. Cuando hablan como robots hay algo más asociado, porque los chicos de hoy día son discriminativos y las comiquitas que se salen de sus esquemas diarios o son algo sonsas ellos dejan de verlas”, señaló Pernalete.
“Muchos padres no regulan ni supervisan la programación, para ellos es una ayuda la tele, les provee de herramientas de atención, pero nada sin reglamentar a esa edad es bueno, debes dosificarles la televisión y los programas”, puntualizó.
Como siempre, en nuestro espacio, tomamos en cuenta a nuestros fieles lectores en nuestras cuentas de redes sociales, ya que contribuyen de una manera muy efectiva y valiosa, a la construcción de los artículos. Con sus opiniones enfocamos el tema a tratar. Tanto es así, que en las respuestas a nuestra interrogante sobre esta temática, salió la graciosa foto de la portada que engalana este texto. A continuación los escritos más resaltantes que nos dejaron:
La pregunta:
“Esto es para los que tienen hijos pequeños. Sus chicos al estar frente al televisor viendo una comiquita, serie juvenil o cualquier cosa infantil ¿qué hacen? ¿Ríen, se emocionan, dan brincos? O simplemente no hacen nada…ver por ver pues. Agradezco sus intervenciones”.
Las respuestas:
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Con información de:
– Ierl.blogspot.com
– Loquenosevedisney.wordpress.com.
Influencia psicosocial en la infancia.
– Ehow en Español
Ventajas de los dibujos animados en los niños. Althea Thompson.
– Wikipedia
– Youtube
– Fotos cortesía Eduardo Ocando y Google.com.
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